Cartas Al Destino

Tal vez ahora este sentada aquí, sin realmente no saber que decir. No sé qué pensar, la vida a estado dándome giros de 360° y estoy tratando de acoplarme a ella, aceptando lo que venga y ser fuerte, comprender que Dios tiene mejores planes y que seguir avanzando no a sido fácil. Tengo ganas de amar, pero no esas ganas de las que impliquen salir a una fiesta, toparme al primer chico del bar y hacernos novios de la nada y fingir que vamos a tener un "final feliz" ¡NO! tengo ganas de amar de la forma más libre y pura que se pueda, yo tenía algo muy especial anteriormente, puedo asegurar que Dios estaba implicado en esta relación, era algo que no se puede explicar con palabras, solamente él y yo comprendíamos lo que teníamos. Esa sensación bonita de habernos enamorada de una forma especial porque él llegó cuando mi vida tenia cambios drásticos y siempre he pensado que él era un ángel. Lo nuestro tenía algo que no podrá tener con nadie más (no es que quiera que le...

Ella tomó sus maletas con mucha nostalgia, sabía que ya no podía dar marcha atrás, su boleto de salida hacia una nueva vida la esperaba con ansias. Muchas veces le dijeron que no debía voltear a ver atrás, pero ella insistía en hacerlo esperando que él llegará, que corriera a rescatarla, que le dijera te amo y la llevara a casa, que destruyera ese boleto de salida sin regreso y lo tirara a la basura. Sabía que eso no iba a pasar, él ya no iba a regresar, él ahora era feliz y ya no le importaba lo que hiciera ella. Se iba a ir porque su casa le recordaba todo, los momentos, las risas, su olor, era una tortura para ella seguir viviendo allí, cada mañana despertaba con lágrimas en sus ojos y un dolor en el corazón que nada podía curarlo, ella debía salir corriendo, debía escapar de tanto desprecio. Muchas veces ella se preguntó ¿Cómo le había hecho él para olvidarse de todo? ¿Cómo la dejo abandonada? ¿Por qué ya nunca regreso? Todas las noches su corazón se encogía al ...

Sin rencores, más allá de que todo término ella no puede negar que fueron los mejores años. Claro que le hubiera gustado que durará hasta el último de sus días, hubiera dado todo lo que tenía solamente por compartir una última noche. Sí,  de esas noches que jamás terminan, que entre besos y caricias la madrugada durará por siempre, que los abrazos y la piel tibia de tanto amor se quedaran así de intacta. Ella hubiera querido un último beso, de esos besos que saben a todo, que saben amor, que saben a paraíso, que saben a felicidad. Ella daría lo que fuera por un viaje lejos del mundo, uno de esos viajes que incluye una cabaña en medio del bosque, sin público, sin ruidos, solamente el calor de la chimenea y como la madera arde en las llamas. Ella hubiera dado todos sus ahorros para llevarlo a los países más maravilloso del mundo, un café en la Torre Eiffel, una caminata por las calles de Barcelona, un recorrido por Venecia, escalar las Ruinas de Peten, comer un Hot Dog mientras...